El Fundador de la Familia Marianista nació en 1761 en Perigueux, cerca de Burdeos (Francia). Muy joven, se consagró a Dios con los votos, estando en el mundo. Vivió en una época muy difícil, en la cual, para ser fiel, era necesario ser héroe. Terminados sus estudios de Filosofía y Teología trabajó como profesor y administrador en el Colegio internado San Carlos de Mussidan, encontrando en la educación de niños y jóvenes el camino para formar personas capaces de escuchar el Evangelio y responder a él libremente.

Durante la Revolución Francesa de 1789 estuvo muchas veces a punto de ser guillotinado. Su amor al prójimo le llevó al heroísmo. Por ser fiel a Dios, sufrió persecución, cárcel y destierro. Tuvo una fe inquebrantable y una increíble visión de futuro. “Precursor de los Institutos Seculares”, fue un revolucionario como Fundador.En 1797 fue desterrado y huyó a Zaragoza, donde permaneció tres años durante los que fue madurando su proyecto misionero.

Regresó a Burdeos con la ilusión de evangelizar la nueva sociedad que surgió tras la Revolución. Lo primero que hizo fue convocar a personas de distinta condición que quieran reunirse para crecer en la fe y comprometerse con la realidad. La base de su incansable actividad evangelizadora.

Posteriormente, para dar respuesta a la vocación religiosa de algunos congregantes y garantizar la continuidad de la Congregación, fundó dos congregaciones religiosas. En 1816, en colaboración con Adela de Batz de Trenquelléon, fundó en Agen la Congregación de las Hijas de María Inmaculada (FMI). Posteriormente, el 2 de Octubre de 1817, fundó en Burdeos, la Congregación Compañía de María (Marianistas)